SAUNA
Ellos andan zozobrando el placer.
En el vetusto azulejo de los cuartos
ponen
dactilares sin nombre
con esposa
con perro
con hijos.
No bastará la gota,
acaso la mirada,
(hipotenusa al vértice
que se hace recta)
y seguirá tras sus pasos el olor de un cuerpo mojado.
Aquella agua,
aquel vapor ajeno
trasminando la piel lava por dentro.
Los humores del cuarto de madera
incuban una gota de fuego que se abre.
(Ese olor a árbol que ha pasado mil años
pudriéndose junto al ojo de agua.)
¡Cuánta carne goteando
en ánforas pequeñas!
La corola del cuerpo
humedece las crestas en el ojo.
Ciego el que admira la tormenta con las manos.